FMA - Chile

UBICACIÓN

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El Santo y apostólico sacerdote don Miguel León Prado, entonces párroco de San Miguel, y, más tarde, Obispo de Linares, deseaba traer religiosas para su obra en el Llano Subercaseux. Viajó, pues a Italia, y solicito a Don Rúa a la Madre Catalina Daghero, que enviasen a un grupo a su parroquia.

Los superiores aceptaron y el 16 de enero d 1893, llegaron a santiago, conducidas por el mismo señor párroco, seis hijas de María Auxiliadora. Ellas eran:

· Sor Lucía Martínez,
· Sor Esperanza Flavio,
· Mercedes Buil,
· Sor Enriqueta Brustengo, 
· Sor Ernesta Brunoy, y
· Sor Dorotea Fondevilla.

Ellas eran las piedras vivas del primer colegio de la zona central y norte de Chile.

El generoso bienhechor Don Ramón Subercaseux, proyectó la construcción de un edificio que, no estando concluido a la llegada de las religiosas, las llevo a ubicarse en lo que ahora es la policlínica Barros Luco. El mismo Don Ramón propuso una pensión de 5.000 pesos anuales para las religiosas.

El 16 de marzo pudieron comenzar la escuela con 160 niñas. El primero de marzo de ese mismo año1893, estando ya pronta la sala que había de destinarse a la capilla, fue bendecida, celebrándose allí, por primera vez el Santo sacrificio de la misa.

Seis años más tarde vale decir, en 1899, las hermanas pudieron hacer la primera distribución de premios en el salón de colegio, aun en construcción.

La casa quedo definitivamente terminada en marzo de 1900 y fue bendecida por el obispo Salesiano Monseñor Santiago Costa magna.

Tan solo después de la muerte de la digna señora Doña Amalia Errazurriz de Subercaseux se supo que los 80 mil pesos empleados en la construcción del edificio, fueron de un sacrificio de ella. En efecto, vendo un valioso collar de finas perlas que le era muy querido. Tal vez sería por ese don callado de su corazón que la señora Amalia solía llamar a la casa de San Miguel "Mi hija queridísima".

La casa ha tenido diversas funciones a lo largo de los años: ha sido escuela elemental, internado. Tuvo un curso profesional, que se transformo después en escuela vocacional y, finalmente, en la Escuela Femenina el 19 de febrero de 1957, con Ley número 12.446. En esta oportunidad fue reconocida como cooperadora de la función educativa del Estado, y declarados válidos los títulos por ella conferidos con los mismos derechos que los concedidos a sus alumnas por las Escuelas Técnicas Gubernamentales correspondientes.