Nuestra identidad
- Por Sor Susana Diaz
- En: Sin categoría
- Publicado 18 May 2012
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Somos una familia religiosa nacida del corazón de San Juan Bosco y de la fidelidad creativa de Santa María Dominga Mazzarello. Don Bosco eligió este nombre porque nos quiso como un monumento vivo de agradecimiento a la Virgen.
En Turín la opción de fundar una institución a favor de las jóvenes le vino a Don Bosco por la instancia de varias personas; por la constatación del estado de abandono y pobreza en el que se encontraban muchas muchachas; por el contacto con varios Institutos femeninos; por la profundidad de su devoción mariana; por la confirmación del Papa Pío IX que le animó hacia este camino; por repetidos “sueños” y hechos extraordinarios narrados por él mismo.
Contemporáneamente en Mornese, en las colinas del Monferrato, la joven María Dominga Mazzarello animaba un grupo de mujeres jóvenes que se dedicaban a las muchachas del pueblo, con la finalidad de enseñarles un oficio, pero sobre todo con el compromiso de orientarlas a la vida cristiana.
A distancia, dos señales en la misma longitud de onda mandaban un mensaje idéntico; tenía que nacer también para las niñas y las jóvenes el ambiente educativo que ya estaba en Turín-Valdocco, para los muchachos por obra de Don Bosco. María Dominga Mazzarello fue cofundadora al dar vida, forma y desarrollo a la nueva institución.
El 5 de agosto de 1872 el primer grupo de mujeres jóvenes pronunciaron su “sí” como la Virgen María para ser “ayuda” sobre todo entre las jóvenes.
"Por un don del Espíritu Santo
y con la intervención directa de María,
San Juan Bosco
fundó nuestro Instituto
como respuesta de salvación
a las aspiraciones profundas de las jóvenes.
Le transmitió un patrimonio espiritual
inspirado en la caridad de Cristo, Buen Pastor,
y le imprimió un fuerte impulso misionero.”
(Constituciones FMA, n°1)
FORMACIÓN DE LA FMA
El proceso de formación es único y se desarrolla a través de etapas sucesivas y complementarias. El período que precede a la Profesión Perpetua, pone las bases de ese crecimiento dinámico en la identidad de la FMA que debe prolongarse durante toda la vida.
La fase inicial abarca: el período de prueba y orientación (2 años), el postulantado (1 o 2 años); el noviciado (2 años); el juniorado (6 a 9 años). La formación prosigue con ritmos y modalidades adecuadas al proceso personal de cada Hermana.
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