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Sor Angela Piovesan retorna a la casa del Padre
- Por Sor Susana Diaz
- En: Noticias provinciales
- Publicado 22 Jun 2013
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El 14 de junio, en la comunidad de Villa Mornés, falleció Sor Ángela Piovesan, misionera italiana que la mayor parte de su vida sirvió a las niñas y jóvenes de la región de Magallanes.
El funeral se efectuó el 15 de junio en la capilla de la casa de retiro "Sagrado Corazón", presidió la Eucaristía el P. Ulises Aliaga, sdb. Posteriormente, sus restos mortales fueron trasladado hasta el cemeterio Parque Metropolitano. Hijas de María Auxiliadora, familias cercanas a Sor Ángela la participaron del cortejo fúnebre.
Acerca de Sor Angela
Nace en Monastier (Udine) el 29 de noviembre 1922
Profesa en Casanova (Italia) el 5 agosto 1948
Proveniente de una familia profundamente cristiana que inculcó en ella el amor por el Señor y fue gestando el deseo de ser toda de Él en una entrega total y misionera.
Ingresa al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora en Padova el 24 de octubre de 1945, siendo admitida en el noviciado misionero de Casanova, iniciando de esta forma su deseo de entregarse al Señor con el olvido total de sí.
El 20 de Octubre de 1949 Chile la recibe como una fervorosa misionera, siendo testigo de su gran amor por el Señor que la llevó a desprenerse de su patria y amada familia. La primera casa que la acoge es la comunidad del Instituto Sagrada Familia de Punta Arenas, en donde transcurre gran parte de su vida, aquí se entrega al Señor para siempre pronunciando sus votos perpetuos en el año 1954.
Siempre se le vió como una religiosa que vivió a fondo su ser misionera allí donde el Señor la llamaba, imitando a su Madre Santísima quiso ser otra auxiliadora, preocupada de todo y de todas, siempre sonriente, entuasiasta, trabajadora, mortificada, amante de su familia, de los jóvenes, servicial.
Apóstol incansable del sacramento de la confesión, lo vivía con profunda devoción y cierta de la misericordia del Señor, En las comunidades educativas donde pasó sus últimos años se ofrecía para asistir a las niñas que acudían a este sacramento, las ayudaba a prepararse bien e inventaba pequeñas oraciones para que rezaran mientras esperaban su turno.
Cuando estuvo encargada de la ropería en las frías tierras de Punta Arenas, atestiguan las hermanas que jamás se quejó del trabajo y del frío que esto conllevaba. Era piadosa, sencilla, muy devota de nuestros santos fundadores y en especial de nuestra Santísima Virgen María Auxiliadora, ellos habrán sido testigos de los ofrecimientos de sus dolores y dificultades por aquella enfermedad que comenzó a aquejarla desde temprana edad con los movimietos constantes y templores en su cuerpo.
Cuando su enfermedad, se hizo presente con mayor intensidad, fue trasladada a la casa de salud donde se le vió siempre dispuesta a aceptar la voluntad del Señor, que le pedía estar con Él en la cruz. El dolor seguió siendo oración y ofertorio por su familia, por las vocaciones, las superioras y el Instituto. Desear, esperar y exultar al recibir a Jesús Eucaristía, orar por sus hermanas, las jóvenes fueron las razones que marcaron sus vidas en estos últimos años.
Gracias Señor por nuestra querida hermana que ha sido para nosotras testimonio de entrega generosa y amor entrañable por ti. Ella interceda por nosotras para obtener la gracia de vocaciones amantes y entregadas a Él.
La Inspectora
Sor Aurelia Rossi Morlacchi