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Cartas de Don Bosco a las FMA

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Entre las 4.682 cartas recogidas en las Cartas de Don Bosco, presentadas con ocasión de la solemnidad de Don Bosco, algunas están dirigidas a las Hijas de María Auxiliadora.

 Roma (Italia) Hoy, 31 de enero de 2025 se celebra la solemnidad de San Juan Bosco, Fundador de la Congregación Salesiana y, con Santa María Mazzarello, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. En vísperas de esta gran fiesta para la Familia Salesiana, el 28 de enero, con la Conferencia «De Valdocco al mundo… y regreso» en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma, se presentó el Epistolario de Don Bosco, la obra de diez volúmenes editada por el P. Francesco Motto, SDB, y publicada desde 1991 hasta 2024 por la Editorial LAS. (Video).

«Ánimo, pues: Jesús está con nosotros. Cuando tengas espinas, ponlas con las de la corona de Jesucristo. Os encomiendo a Dios en la Santa Misa, rezáis por mí que estoy siempre en Jesucristo. Su más humilde servidor, Sac. Juan Bosco».

Así termina la carta dirigida a Sor Maddalena Martini, FMA, fechada el 8 de agosto de 1875, una de las 4.682 recogidas y publicadas por el P. Francesco Motto en el Epistolario.

El cuidado de la correspondencia era una ocupación constante de Don Bosco: se dedicaba a ella por las tardes, al final de las jornadas agotadoras se ofrecía a escuchar a jóvenes y adultos, reunirse con benefactores y autoridades y otras cosas. El editor, que concluye este trabajo después de cuarenta años de investigación y estudios, asegura:

«Todo el corpus epistolar del Santo constituye un instrumento indispensable para el conocimiento de Don Bosco, de su personalidad y de sus ideales atrapados en los pliegues de su acción cotidiana; diríamos un «Don Bosco día a día», el del trabajo duro y cotidiano, el que planifica, el que abre horizontes, el que trabaja, el que sufre, el que lucha, el que vive para los jóvenes, el que está con ellos, intercepta sus problemas y sin ningún miedo empieza a escribir en la mesa para contactar con cualquier persona en el mundo (autoridades, grupos e individuos), que pueda ayudarles a resolverlos». (Sigue)

 

Son cartas escritas de una sola vez, sin demasiada atención al estilo, ya que las cuestiones prácticas y urgentes requerían una intervención rápida: solicitud de financiación, agradecimientos por la ayuda recibida, deseos o condolencias, recomendaciones, consejos, exhortaciones, invitaciones, informes, pero también defensa de los propios derechos. El mismo Don Bosco, en su «Testamento Espiritual», recomendaba: «Si alguna vez se imprime alguna de mis cartas italianas, se debe prestar mucha atención al significado y a la doctrina, porque la mayoría de ellas fueron escritas apresuradamente y, por lo tanto, con el peligro de muchas inexactitudes».

Esta cita, colocada oportunamente por el editor en el epígrafe del décimo volumen, es una clave importante para la interpretación: las cartas nos hablan de la vida, documentan el pensamiento y la visión de un hombre que se dedicó a los jóvenes «hasta su último aliento». Aunque fueron escritos de una sola vez y para propósitos precisos y diferentes, su estilo es incisivo, simple y atractivo. Tienen una estructura similar entre sí: la apertura en la que el Santo se pone en diálogo con el interlocutor, captando aspectos personales; el motivo de la carta, expresado de forma concisa y directa; la conclusión con la seguridad de la oración y la invitación a mirar al cielo.

Entre estas cartas, algunas están dirigidas a las FMA: Sor Maddalena Martini, Madre Caterina Daghero, la sobrina-bisnieta Sor Eulalia Bosco, todo el Instituto. En ellas, el Padre y Maestro de la Juventud expresa características de su relación con las FMA.

Indica el camino de la santidad como respuesta auténtica a la vocación, se preocupa por aconsejar y animar, por tranquilizar y exhortar porque «el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora… necesita monjas… deseosos, sobre todo, de llegar a ser santos, no por medio de acciones extraordinarias, sino por medio de obras comunes, para que sean estímulo y atractivo de las virtudes cristianas para el prójimo y especialmente para las jóvenes» (E IX, 4333).

El 5 de agosto de 1872, presente en el nacimiento del Instituto, lo definió como «monumento vivo de la gratitud de Don Bosco a la Gran Madre de Dios, invocado bajo el título de Auxilio de los cristianos». En la circular de presentación de las «Deliberaciones del segundo Capítulo general de las Hijas de María Auxiliadora, celebrado en Nizza Monferrato en agosto de 1886», señala: «El desarrollo de vuestra Congregación en Europa y América es una indicación segura de que Dios la bendice de modo especial».

Don Bosco no vivió largos períodos con las FMA, sino que, a través de la presencia de don Domenico Pestarino (director espiritual del primer grupo de Hijas de la Inmaculada de Mornese), de otros salesianos y, sobre todo, valorando la intuición y la acción de María Domenica Mazzarello y de las FMA, pudo hacer de un pequeño grupo de niñas un instituto educativo listo para desarrollarse en el mundo y proyectarse hacia el futuro.

Acompañaba a distancia, interesándose y respondiendo preguntas y dudas, respetando siempre el trabajo de las hermanas. Por lo tanto, las poquísimas circulares dirigidas sólo a las FMA contienen una síntesis de su sabia orientación a un Instituto que todavía está en los inicios de su vida. Al presentar las «Deliberaciones» recomienda «el estudio y la práctica de las Constituciones», pero también «este libro de las Deliberaciones, para conocerlas y observarlas, procurando así el propio provecho espiritual con el de la Comunidad».

A continuación, destaca la responsabilidad de quienes ejercen un servicio de autoridad: «Los Directores tendrán entonces aquí como un manual y una guía en su gestión y un apoyo a su autoridad; y tendrá que ser su cuidado no sólo aprenderlos por sí mismos, sino también hacerlos objeto de conferencias, desarrollando más ampliamente lo que tal vez necesite declaración».

Al acercarse la solemnidad de San Juan Bosco, leyendo las cartas a las FMA, se capta el corazón del Fundador y su deseo por el Instituto: «Por lo que me parece en el Señor, necesita hermanas informadas por el espíritu de mortificación y sacrificio, por lo que aman mucho trabajar y sufrir por Jesucristo y por la salvación del prójimo. … Necesita monjas, que sepan dominar sus propios defectos y mantener su corazón vuelto a Dios solo para poder decir con San Francisco de Sales: «Si supiera que una fibra de mi corazón no es para Dios, me la arrancaría». (E IX, 4333)

Imagen tomada del cuadro de Silvia Allocco – Capilla de la Sede de los Salesianos de Don Bosco, Roma. 

Fuente: cgfmanet.org

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